Prefacio
(o el misal)
De las entrañas del Santiago Bernabéu emergía un
Real Madrid macilento. Entre las tribulaciones de Ronaldo y el atolondre de
Liga, la cuadrilla de Mourinho llegaba dando traspiés. Pero un histórico de la
Champions, un equipo al que Alfonso XIII le cosió la corona en el escudo… no
podía retraerse en su pálida tristeza. En el otro frente se paraba un
descomunal Manchester City de cuyas bisagras brota petróleo marca jeque.
Si la primera parte pareció un oratorio del
monasterio de las Descalzas Reales, el segundo tiempo no tenía vocación para
pregonar tal hastío. Al 68 de tiempo corrido, el fuelle de un marfileño quebró
la espesura. Yaya Touré enhebró contragolpe y el regalito le tocó a Edin Dzeko.
El llamado “Diamante de Sarajevo” empujó raso y el City se trepó a Torre
Picasso. Pero hay un muchachón que, a patadas, quiere consolidar la sucesión de
Roberto Carlos: Marcelo. El lateral carioca prendió un balón con saña tropical
y firmó el empate.
Cinco
minutos (o el aquelarre)
Cuando el serbio Aleksandar Kolarov adelantó a
‘The Citizens’ al 85, Roberto Mancini ya le inyectaba una libra esterlina a su
alcancía de las victorias de visitante. Allá en Belgrado, el barrio de Kolarov
tenía una excusa más para trastabillar en sus empedrados caminos de bohemia al
espumeo de un tarro forjado en la cervecería de Apatinska. Pero no. Cuando el
flujo del Manzanares aletargaba a Madrid, Karim Benzema tejió una media vuelta
digna de colgarse en el Reina Sofía y empató en pleno estertor del partido. Y
sí, como en los legajos del Siglo de Oro español, el héroe apareció con triste
figura y un ‘7’ en la camisa. Cristiano Ronaldo encañonó con media sonrisa y
perforó con toda la pierna derecha. José Mourinho se desgañitó porque sabe que,
por fin, dormirá a pierna suelta después de su bacalao y su copita de moscatel.
De Chamberí a Vallecas, con escala en Atocha, el
hormigueo de la capital carga un diario en el costado. Los titulares van de
“Cristiano da un alegrón” a “Remontada de leyenda”. Cristiano sonríe. Mou
sonríe. Madrid ya sonríe.