jueves, 20 de septiembre de 2012

De la misa al aquelarre: cinco minutos en Madrid

Las antenas del Cucaracho recibieron señales transatlánticas: todo mundo en la alcantarilla se apoltronó entre las tuberías y su goteo para zamparse el primer partido de Champions League. La señal llegaba directamente desde un templo madrileño de 65 años de edad.

Prefacio (o el misal)
De las entrañas del Santiago Bernabéu emergía un Real Madrid macilento. Entre las tribulaciones de Ronaldo y el atolondre de Liga, la cuadrilla de Mourinho llegaba dando traspiés. Pero un histórico de la Champions, un equipo al que Alfonso XIII le cosió la corona en el escudo… no podía retraerse en su pálida tristeza. En el otro frente se paraba un descomunal Manchester City de cuyas bisagras brota petróleo marca jeque.

Si la primera parte pareció un oratorio del monasterio de las Descalzas Reales, el segundo tiempo no tenía vocación para pregonar tal hastío. Al 68 de tiempo corrido, el fuelle de un marfileño quebró la espesura. Yaya Touré enhebró contragolpe y el regalito le tocó a Edin Dzeko. El llamado “Diamante de Sarajevo” empujó raso y el City se trepó a Torre Picasso. Pero hay un muchachón que, a patadas, quiere consolidar la sucesión de Roberto Carlos: Marcelo. El lateral carioca prendió un balón con saña tropical y firmó el empate.

Cinco minutos (o el aquelarre)
Cuando el serbio Aleksandar Kolarov adelantó a ‘The Citizens’ al 85, Roberto Mancini ya le inyectaba una libra esterlina a su alcancía de las victorias de visitante. Allá en Belgrado, el barrio de Kolarov tenía una excusa más para trastabillar en sus empedrados caminos de bohemia al espumeo de un tarro forjado en la cervecería de Apatinska. Pero no. Cuando el flujo del Manzanares aletargaba a Madrid, Karim Benzema tejió una media vuelta digna de colgarse en el Reina Sofía y empató en pleno estertor del partido. Y sí, como en los legajos del Siglo de Oro español, el héroe apareció con triste figura y un ‘7’ en la camisa. Cristiano Ronaldo encañonó con media sonrisa y perforó con toda la pierna derecha. José Mourinho se desgañitó porque sabe que, por fin, dormirá a pierna suelta después de su bacalao y su copita de moscatel.

De Chamberí a Vallecas, con escala en Atocha, el hormigueo de la capital carga un diario en el costado. Los titulares van de “Cristiano da un alegrón” a “Remontada de leyenda”. Cristiano sonríe. Mou sonríe. Madrid ya sonríe.


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