La Selección ya llegó a Houston. En la pradera
tejana se abrieron los corrales del nuevo Compass Stadium para que México, si
gusta, continúe su racha perfecta rumbo al Hexagonal Final. El rival: una Guyana
que jugará como local en ese sur gringo sobrevolado por cohetes misioneros y
polvaredas de rodeo.
Laboratorio
Ya clasificado a la ronda final, al colectivo de
El Chepo se le presenta un momento inmejorable para la experimentación. Durante
la noche del viernes, la cancha del Dynamo de Houston podrá hacer las veces de
laboratorio espacial. Hay mucho con qué ensayar.
Jonathan Orozco: Mientras a Memo Ochoa le sellan
un papel que le extiende tránsito por la Isla de Córcega, el portero del
Monterrey por fin regresa a los tres palos de la mayor. El muchacho de San
Nicolás ha hecho de las suyas con la Pandilla de Vucetich: ya era hora.
Chatón Enríquez y Héctor Herrera: Estos dos
ejemplares oriundos de la Baja California llegan con todo el fuelle del
Pacífico en los pulmones. Se trata de oxígeno olímpico, puro y joven para el
mediocampo de la Selección.
Antonio Naelson: Sería descabellado pensar que
Sinha llegue al Mundial -allá en su terruño-, pero es un hecho que el veterano
naturalizado puede sugerirle rutas más creativas a un cuadro alternativo en
pleno experimento.
Carlos “El Gullit” Peña: Resulta atractivo cómo
el buen momento del León se ha manifestado para nutrir a la Selección. Con
apodo que recuerda a aquel diabólico delantero holandés del Milan, el chamaco
tamaulipeco tiene todo para empezar a figurar.
Pipa y
ron
Para Guyana ya casi está todo acabado. Por si
fuera poco, es probable que su localía en territorio del cowboy Sam convoque
a toda la hueste paisana e incendiaria de sazón Tex-Mex. Tiene de dos: o poner
la cosa interesante para complicarle el cierre a El Salvador y Costa Rica; o
ya, regresar a sus dominios del buen cricket y El Dorado… ahí donde el tabaco
de Sir Walter ahúma la selva y la conga del calipso le da pauta a otro
ron-con-coca-colá.
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