Del Pacífico al Mediterráneo en un solo pique.
Del Istmo al reino viejo de Valencia. Con 22 años, metro sesenta-y-pico de
estatura y oxígeno de sobra, Javier Aquino cambió la ruta. Que si Segunda
División, que si el Submarino está en picada… el muchacho de San Francisco
Ixhuatán se despojó de todo lo que se ha forjado con pulmón fino y apuesta por
la vidriera alta.
Cementero de cantera, este alero oaxaqueño se
mide en caballos de fuerza. Atrás deja su Máquina Celeste y el lecho seguro que
tenía en la cancha de la Nápoles. Tomó la decisión más vertebral de su carrera
y el Villarreal ya lo espera con un Madrigal que se muerde las uñas. La llamada
Liga Adelante del futbol español se le extiende como escaparate fértil para
desgañitarse con florituras de mediocampista kilométrico. Despunte veloz,
drible histriónico y centro quirúrgico: tiene con qué y por dónde.
Panamericanos, Toulon y Juegos Olímpicos con gol en Wembley lo pesan en oro.
El distrito de Juchitán le dijo adiós y ya enfila
al Levante mediterráneo de la Comunitat. En la plancha del Feudo Amarillo aún
está la estela con que Forlán y Riquelme se pulieron un espacio. También toca,
en primer lugar, superar lo que Antonio De Nigris y Guille Franco comenzaron
por esos ‘lares de la Provincia de Castellón.
El reto se antoja atractivo. El Submarino Amarillo está en crisis y se
avizoran vientos de austeridad. La cuadrilla que capitanea Marcos Senna tendrá
que hacer mucho con poco: hace unos años se jugaba Champions League; hoy toca
regresar a La Liga. Se dice que los territorios más hostiles forjan al buen
soldado. Ármala, Aquinito.
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